lunes, 25 de septiembre de 2017

CONSECUENCIAS MENTALES EN VÍCTIMAS DE SUCESOS VIOLENTOS. TRASTORNO DE ESTRÉS POSTRAUMÁTICO (TEPT)

Dra. Lilia Romero
Las secuelas psíquicas más frecuentes en las víctimas de sucesos violentos se refieren a la modificación que puede sufrir la personalidad de la víctima; es decir, a la aparición de rasgos de personalidad nuevos, estables e inadapativos; por ejemplo, dependencia emocional, suspicacia, hostilidad, labilidad emocional, etc. Los cuales llevan a un deterioro de las relaciones interpersonales y falta de rendimiento en varias áreas de la vida.
Por otro lado, cuando en el evento traumático existió el riesgo de perder la vida, existen graves consecuencias para la salud mental. La principal de estas es la alta probabilidad de desarrollar el llamado Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT), cuyos criterios diagnósticos se encuentran tanto en el DSM-V (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos mentales, quinta versión) y el CIE-10 (Clasificación Internacional de Enfermedades, apartado F). Los eventos traumáticos experimentados pueden ser: exposición a la guerra como combatiente o civil, robo con violencia, abuso físico (abuso sexual, violación), secuestro, ser tomado como rehén, la tortura, desastres naturales, accidentes de tráfico graves, entre otros.
El TEPT puede ocurrir a cualquier edad, empezando a partir del primer año de vida. Los síntomas generalmente comienzan dentro de los primeros 3 meses después de evento traumático, aunque puede haber retraso de meses, incluso años (TEPT de expresión retrasada). El TEPT es más frecuente entre las mujeres que entre los varones. Este riesgo mayor en mujeres parece ser atribuible a una mayor probabilidad de exposición a eventos traumáticos, como la violación y otras formas de violencia interpersonal.
Es importante señalar de forma resumida los criterios que definen al TEPT (en mayores de 6 años, en menores de esta edad los criterios son diferentes).

A. Exposición a la muerte, lesión grave o violencia sexual, ya sea real o amenaza, en una o más de las formas siguientes:

1. Experiencia directa del suceso traumático
2. Presencia directa del suceso traumático ocurrido a otro
3. Conocimiento de que el suceso traumático ha ocurrido a un familiar próximo o a un amigo íntimo. 
4. Exposición repetida a detalles repulsivos del suceso traumático (ej. Socorristas que recogen restos humanos; policías repetidamente expuestos a detalles del maltrato a terceros)

B. Presencia de uno (o más) de los síntomas de intrusión siguientes asociados al suceso traumático, que comienza después del hecho.

1. Recuerdos angustiosos recurrentes, involuntarios e intrusivos del hecho traumático.
2. Sueños angustiosos recurrentes que tiene que ver con el suceso traumático
3. Reacciones disociativas (de desconexión del entorno)
4. Malestar psicológico intenso o prolongado al exponerse a factores que recuerdan al suceso traumático
5. Reacciones fisiológicas intensas a factores que recuerdan al suceso traumático.

C. Evitación persistente de estímulos asociados al suceso traumático. (evitación de recuerdos, personas, lugares, actividades, objetos o situaciones que tienen que ver con el hecho traumatizante)

D. Alteraciones negativas del estado de ánimo asociadas al hecho traumático. (miedo, temor, culpa, vergüenza; incapacidad para experimentar emociones positivas como felicidad, satisfacción, sentimientos amorosos).

E. Alteración importante de alerta y reactividad asociado al hecho traumático. (comportamiento irritable, conducta autodestructiva, hipervigilancia, sobresaltos exagerados, problemas de concentración, alteración en el sueño).

Hay factores Peritraumáticos ambientales que favorecen la aparición de este trastorno: la gravedad del trauma (cuanto mayor es la magnitud de trauma, mayor es la probabilidad de desarrollar TEPT), el peligro vital percibido por la víctima, las lesiones personales, la violencia interpersonal (especialmente el trauma perpetrado por un cuidador o al presenciar cómo se amenaza a un cuidador de los niños) y, para el personal militar y policiaco, ser autor o testigo de atrocidades, o matar al enemigo. Finalmente, es un factor de riesgo la disociación, “desconexión emocional” que se produce durante el trauma que persiste después.
Así como hay factores que favorecen su aparición, hay factores protectores: los cuales son aquellos que, siendo tanto internos como externos, van a proteger al individuo de la posibilidad de desarrollar complicaciones mentales posteriores: apoyo y protección familiar, apoyo social próximo (amigos, grupos de autoayuda), apoyo institucional (centros de atención a víctimas, instituciones de salud mental).
Las consecuencias funcionales del TEPT, se asocia con altos niveles de discapacidad social, ocupacional y física, así como los costos económicos del tratamiento y los altos niveles de utilización de servicios médicos por enfermedades derivadas del TEPT (gastritis, migrañas, dolor muscular, dermatitis, etc.). 
Como conclusión, el TEPT de forma ideal, debe ser tratado por especialistas de la salud mental, en un trabajo complementario entre psicología y psiquiatría, ya que los individuos que desarrollan este trastorno pueden necesitar hasta más de 12 meses para alcanzar unos niveles aceptables de calidad de vida; la enfermedad tiende a evolucionar de forma crónica en algo más de un tercio de los afectados. Las consecuencias de TEPT llegan a tal gravedad, que el índice de alcoholismo, adicción a drogas, divorcio, paro laboral se incrementan, y en algunos casos la víctima llega a suicidarse. Los eventos traumáticos como el abuso infantil aumentan el riesgo de suicidio en una persona, incluso al futuro, posterior a haber sido víctima de otro hecho traumatizante.

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