La mafia se posicionó como un grupo de poder en los Estados Unidos. Ciudades como Nueva York o Chicago, con especial énfasis en los barrios italianos, experimentaron un cambio en su ritmo vital. De repente, al escenario de drogadicción, prostitución y vicios por doquier de todo suburbio marginado, se añadió una batalla por la conquista del territorio y la supremacía entre pandillas y organizaciones criminales.
La enmienda Constitucional de 1920 prohibió la venta, distribución y producción de bebidas alcohólicas en los Estados Unidos. Un clima de conservadurismo aseguraba que los principales males de la sociedad habrían de marcharse una vez que las bebidas con contenido etílico dejaran de circular en las calles. El hecho provocó un desencanto generalizado en todas las esferas que componían a la incipiente sociedad norteamericana e influyó poderosamente en el auge de las mafias italianas en los suburbios de grandes ciudades estadounidenses.
Las mafias se hicieron del poder y no hubo más ley que los códigos de honor heredados desde sus orígenes sicilianos. Entre todos ellos, el más importante es el omertá, que significa el silencio total sobre las actividades delictivas que se realizan desde la mafia. La violación de este principio puede castigarse con la muerte y significa perder el honor de pertenecer a alguna de las corporaciones criminales.
La historia de la mafia norteamericana ha sido motivo de distintas producciones cinematográficas, obras literarias y leyendas sobre los grandes hombres que controlaban los negocios sucios que aún se mantienen en el ideario colectivo. La Cosa Nostra fue una de las más famosas organizaciones criminales que se asentó en los Estados Unidos, conocida por su frialdad para vengarse de sus enemigos y traidores.
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