CARNE DE PRESIDIO
“PSICOSIS CARCELARIA”
POR JESÚS LÒPEZ LEYVA
SINALOA, MÉXICO.
“PSICOSIS CARCELARIA”
POR JESÚS LÒPEZ LEYVA
SINALOA, MÉXICO.
Dicen que en la “cama y en la cárcel” se conocen los amigos, también que “la cárcel es como la casa del jabonero, el que no cae resbala” y que “aunque la jaula sea de oro, no deja de ser prisión”. Son varios los motivos por los cuales una persona puede perder su libertad y pasar por un proceso de criminalización, cruel, dramático, traumático y de consecuencias irreversibles. Todo se puede perdonar, menos haber estado en la cárcel; el preso pierde todo además de la libertad, pierde su patrimonio y sí su cautiverio es largo, hasta la familia.
Después de muchos años en la “práctica”, en el ejercicio profesional en materia penal, son muchos los casos que me ha tocado conocer, todos ellos en la vida penitenciaria. Ésta tiene singular importancia criminológica, por lo cual me ha dado tema de que hablar. Desde que una persona es detenida en “flagrante delito” o en cumplimiento de una orden de aprehensión, empiezan una serie de fenómenos de naturaleza jurídica y criminológica. Si es detenido en flagrancia, por lo general, y aun cuando las nuevas leyes reformadas lo prohíben, siguen utilizándose viejos mecanismos para lograr confesiones como la tortura, tanto física como psicológica y la incomunicación. Desde ese momento es cuestionado duramente por agentes policiacos que nunca respetan la “presunción de inocencia” y suelen ejercer estrategias como la detención sin orden de aprehensión o por confusión.
Una vez integrada la investigación llena de vicios, es consignado a un juez que generalmente seguirá la secuela del ministerio público y por cuestiones de “política criminal”, vinculará a proceso. En el término constitucional (si es que se da) el imputado se encuentra en un lugar que se llama “Siete – dos” dentro del penal, ese tiempo de “incertidumbre” , de no saber cuál será su situación jurídica y más si es de escasos recursos , empieza una “psicopatología carcelaria ”; posteriormente si es vinculado a proceso, y se le establece como medida cautelar la prisión preventiva, pasará a otro departamento en donde se le toman datos como la “Ficha signalética” muy escuetos, y una revisión médica muy superficial; posteriormente pasa a su módulo según el delito por el cual se le acuse y “los cabos de crujía” o jefes de los módulos le “leen la cartilla”, lo interrogan en cuanto a su procedencia, delito, posición económica, adicciones que pueda tener, y se le hace saber que ahí en el interior ellos son los que mandan y que si no quiere hacer la “fajina” que consiste en barrer y trapear grandes pasillos y tasas de baño, es decir “hacer la talacha” tendrá que pagar una cuota; además se le hace saber que las “carracas” (Cama de concreto donde duerme el reo o celda ) tienen su precio, hay de dos mil, de cinco mil, según la condición económica del preso, sin olvidar las celdas privilegiadas que quiérase o no todavía existen para reos con cierto poder dentro del ámbito penitenciario.
Le preguntan que si es adicto a una droga, y si puede pagarla, en caso de endeudarse por cuestión de drogas u otras “tranzas”, cuando acepta que es adicto “se le pega una garrotiza” en un cuarto especial cuando no paga la droga consumida o la cuota, porque en los penales el reo paga por todo o en su defecto tendrá que realizar tareas como hacer el aseo, limpieza, mandados, hacerla de guardaespaldas, cocinero, lavandero, taxi, mensajero, etc.; y si es bueno para “los trompos” (golpes) y es valiente y bravucón, fácilmente adquiere trabajo como guardia de seguridad de grandes señores o caballeros del crimen que se encuentran internos en el penal.
El preso que tiene dinero la pasa más o menos, ya sea para sobrevivir o bien con ciertos privilegios; pero como ya se mencionó anteriormente “aunque la jaula sea de oro no deja de ser prisión”, puede mandar por comida al exterior, puede tener protección personal y gozar de privilegios, pero el más desdichado de todos, por su pobreza es el “hijo de Francia” a quien nadie visita ya sea porque su familia vive lejos o por su reincidencia en el delito, le niegan hasta la “Bacha” de un cigarro. En el penal todo se mueve a base de dinero como en todas partes, si quieres introducir un televisor, un radio, tienes que pagar una cuota, así como si deseas una botella de vino o mujeres (si, también se da ese servicio en la mayoría de los reclusorios).
El preso constantemente es levantado en la madrugada, por agentes policiacos, con el pretexto de una revisión y en ocasiones hasta los desnudan completamente, violando derechos humanos. En el penal no se observa casi gente trabajando, ya que en la mayoría no hay talleres, solo el que tiene dinero compra madera para hacer muebles o hace cintos para vender y ayudarse un poco. El preso, constantemente debe estar a la expectativa ya que puede ser agredido por otros por la más mínima circunstancia o para “bajarlo” con algo de valor. Si la sentencia es larga se alejan los amigos, la familia, solo la madre casi nunca abandona al preso, pero por lo regular lo pierde todo, si un día logra obtener su libertad, sale afectado psicológicamente y estigmatizado, no se acopla a la reinserción social , generalmente es rechazado porque estuvo en el “bote”, nadie le da trabajo porque le piden cartas de recomendación y existe un incongruente criterio con el cual siempre se ha estado en desacuerdo, y es el de estigmatizar en los registros el “Antecedente Penal” del reo y en esa circunstancia nadie le dará trabajo. Considero que el reo una vez que cumple con su condena, se debe de eliminar el antecedente penal solo para los efectos de la reinserción social e inclusive se deben de establecer patronatos pro-reos liberados para que el ex convicto pueda tener un empleo y vivir dignamente, sin embargo esto no pasa en la práctica y al poco tiempo el preso vuelve a prisión, esto me hace reflexionar que como sociedad no colaboramos en la reinserción social y tal parece que el preso es la “escoria social” que debe permanecer al margen de todo derecho, criterio con el cual personalmente estoy en total desacuerdo.
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