lunes, 14 de agosto de 2017

La neurocriminología

La violencia y la delincuencia son un tema que ha sido retomado por diversos estudiosos, los cuales han buscado darle una explicación a dichas conductas que ocasionan problemáticas dentro de las relaciones sociales, y al igual que, en la sociedad, su forma de desarrollo y aparición se ve modificada  conforme transcurre el tiempo, motivo por el cual ,su estudio se ve afectando, generando así una inquietud entre nuevas ciencias y disciplinas, entre las cuales  podemos mencionar a las neurociencias.

La neurociencia es una disciplina que incluye muchas ciencias que se ocupan de estudiar, desde un punto de vista inter, multi y transdisciplinario la estructura y la organización funcional del Sistema Nervioso (particularmente del Cerebro), entre las cuales se encuentran:                                                                                                 
  • Neuroanatomía: Estudio de la estructura del sistema nervioso.
  • Neuroquímica: Estudio de las bases químicas de la actividad neuronal.
  • Neuroendocrinología: Estudio de las interacciones entre el sistema nervioso y el sistema endócrino.
  • Neuropatología: Estudio de los trastornos del sistema nervioso.
  • Neurofarmacología: Estudio del efecto de los fármacos sobre la actividad nerviosa.
  • Neurofisiología: Estudio de las funciones y actividades del sistema nervioso.
  • Neuropsicología: Estudio de los efectos psicológicos de las lesiones cerebrales.
  • Etc.
Debido a que los avances de las neurociencias han aumentado considerablemente sobre el conocimiento de los mecanismos   neurobiológicos   que    subyacen al comportamiento, se ha comenzado a hablar sobre una nueva disciplina encargada del estudio de la violencia desde el sistema nervioso central, esta disciplina emergente, es la neurocriminología, que persigue aplicar la metodología y las técnicas de estudio de las neurociencias para comprender, predecir, tratar e incluso prevenir la delincuencia y la criminalidad. Es decir, a grandes rasgos, se ocupa de explicar qué ocurre en el cerebro violento y qué alteraciones biológicas pueden producirse en el organismo para que una persona llegue a comportarse de forma violenta.

 El término fue introducido por James Hilborn y asentado por Adrian Raine, uno de los primeros científicos que desarrollaron estudios de   neuroimagen en criminales violentos. Recientemente se ha publicado el primer manual universitario sobre dicha disciplina (Moya-Albiol, 2015) y se ha puesto en marcha el primer máster universitario online en Neurocriminología por la Universidad de Valencia (España). Desde la perspectiva neurocriminológica, la conducta criminal sería solo parcialmente debida a un problema social y/o ambiental, ya que los factores biológicos y las condiciones médicas de cada individuo desempeñarían un papel fundamental.

Anteriormente el sistema nervioso central no había sido estudiado de manera minuciosa, por lo tanto, no se reconocía a este órgano como el generador de la conducta humana. Sin embargo, en la actualidad el papel que posee es realmente relevante, pues, diversos estudios se han enfocado en él, dándole así un origen a las neurociencias.

Las investigaciones científicas han manifestado la existencia de una base neurobiológica en la aparición y el desarrollo de la violencia, por lo que, existe un interés creciente por parte del sistema judicial de aplicar los conocimientos derivados de las neurociencias a la regulación legislativa penal. Y no por ello, se dejará de lado la importancia tanto del contexto como de los factores socioculturales y la experiencia, ya que, todos estos factores se complementan a la hora de explicar el comportamiento humano.

El conocimiento de los factores biológicos implicados en la conducta violenta puede ser útiles, tanto para establecer diagnósticos adecuados o perfiles de personas con propensión a problemáticas biológicas, para, determinar las opciones de tratamiento más adecuadas en cada caso. También permite estimar el riesgo de reincidencia en personas violentas y evaluar el tratamiento aplicado con el fin de controlar la conducta.
La neurocriminología trae consigo grandes oportunidades de desarrollo ya que incluso sus conocimientos pueden aplicarse en el establecimiento de sanciones. Sin embargo, cabe destacar que en el ámbito jurídico penal existe cierto conflicto (esta disciplina puede llegar a confundirse con la psiconeurología) ya que, al analizar los factores biológicos que contribuyen a la expresión de la violencia, un delincuente violento podría ser considerado como víctima de una enfermedad Genética o de un funcionamiento inadecuado a nivel encéfalo.
Por lo tanto, el concepto de responsabilidad penal podría ponerse en duda ya que los sujetos violentos pueden padecer anomalías o alteraciones neurobiológicas que afecten su capacidad intelectual o volitiva. Además de que aún sigue en debate la posibilidad de poder manipular el comportamiento violento a través de modificaciones viables (como la realización de una amigdalectomía o la implantación de castración química), debido a diversas implicaciones éticas, morales y de Derechos Humanos.      

A pesar de todo ello, esta disciplina apenas se encuentra en desarrollo, por lo que es necesario seguir realizando más investigaciones científicas por parte de los criminólogos y neurocientíficos, ya que, gran parte de la investigación en materia de violencia se ha generado por los psicólogos, sociólogos, biólogos, etc. Teniendo la criminología un papel pasivo dentro de un área importante para el desarrollo y avance de la misma.

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